A partir de los datos obtenidos hemos realizado una tabla con 10 valores generales que describen un modelo empresarial de “ecoedición”. Este método está inspirado en el proyecto de “economía del bien común” de Christian Felber, cuyos principios básicos compartimos: confianza, honestidad, cooperación, solidaridad, generosidad, etc. “Valores” que pueden definir las prácticas de algunas de las pequeñas y medianas empresas de la edición “independiente” en lengua castellana.
El catálogo de una editorial independiente habría de estar definido de forma clara, sobre la base de ciertas premisas estéticas, culturales y/o políticas, que cristalice un proyecto autónomo de capitales simbólicos “de fondo”: el libro no solo es una mercancía sino un “bien común”.
La edición de géneros “menores” (Deleuze) y poco rentables como la poesía, el teatro o el ensayo literario implica una apuesta por la bibliodiversidad y es signo de una práctica económica sostenible.
La visibilización de la obras de escritoras, antes orilladas en el campo literario, es un gesto político -y económico- que materializa una visión comprometida e inclusiva del trabajo editorial.
Una editorial independiente habría de discriminar y tasar el valor de las literaturas de los/as autores/as noveles para hacer visible las estéticas del futuro, al margen de los/as autores/as que tienen capital simbólico acumulado y de las modas literarias del momento.
Las editoriales independientes son las que están realizando mayores esfuerzos -económicos- en la traducción de calidad de obras literarias. Este ejercicio supone no solo la apuesta por el diálogo cultural entre las lenguas del mundo, sino la preservación de la riqueza lingüística de nuestra propia lengua, ya que las traducciones locales proponen modelos alternativos -regionales- a la traducción al castellano de España que imponen los grandes grupos.
Un proyecto editorial independiente ha de ser sostenible en términos económicos, es decir, la publicación o no de una obra ha de estar en manos de los/as editores/as, que no habrían de estar supeditados a los condicionantes de las subvenciones públicas o al enorme capital de los grandes conglomerados editoriales. Entendemos que el término “independiente” se cifra también en la búsqueda de un equilibrio entre las formas de financiación, que permita al mismo tiempo el oficio y la supervivencia.
La autodistribución o distribución alternativa es uno de los modelos de gestión prevalente en las editoriales independientes, como mecanismo que permite tener más control sobre los ejemplares, evitar los stocks y las pérdidas de venta, a las que se aviene el modelo de las grandes empresas distribuidoras.
La distribución internacional es compleja, dado el esfuerzo logístico y económico que supone para las pequeñas y medianas editoriales. No obstante, algunas de ellas exportan ejemplares con distribuidores exclusivos o imprimen en otros países, prácticas que están dando buenos resultados, aunque sea a pequeña escala. Estas iniciativas, así como la del libro electrónico, son necesarias para la circulación trasnacional de los catálogos.
Algunas editoriales independientes participan de asociaciones y ferias del libro (nacionales e internacionales) donde se intercambian experiencias, se ensayan estrategias de resistencia y se generan alianzas que ayudan a la supervivencia y ponen en valor la capacidad de difusión, la cooperación y la solidaridad de algunas de estas pequeñas y medianas empresas.
Las editoriales independientes dan publicidad a sus obras a través de medios gratuitos, y alternativos, de difusión de la información como las redes sociales (Twitter, Facebook, etc.), que garantizan la visibilidad de los sellos más allá de las fronteras locales. Estas nuevas formas de difusión implican estrategias de comunicación diferentes a las de los grandes conglomerados.